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Los rezados de la Inmaculada Concepción en Guatemala

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Inmaculada Concepción de la Parroquia Vieja zona 6
Inmaculada Concepción de la Parroquia Vieja zona 6. foto: Mario Noriega

Por: Lic. Juan Alberto Sandoval

Conoce el origen de los Rezados de la Inmaculada Concepción en Guatemala gracias a este reseña histórica:

Con toda propiedad podemos afirmar que en Guatemala, el culto y devoción a la Inmaculada Concepción de la Virgen María tiene sus orígenes inmediatos en la empresa de conquista y colonización a partir de 1522 con la llegada de los contingentes europeos y mexicas a esta parte del sur de mesoamérica, región homogénea culturalmente.

Nos bastará leer el acta constitutiva de la Villa de Santiago de Guatemala fechada en 1524 que rápidamente se convertiría en ciudad y capital de Centroamérica, apareciendo entre los firmantes el padre Juan Godínez,  fraile franciscano y primer párroco de Guatemala que celebró los misterios divinos desde el mes de diciembre de 1522 bajo la espiritualidad de la Orden a la que pertenecía. Se afirma que la mayor parte de los integrantes de las expediciones al llamado “nuevo mundo”, incluyendo a Cristobal Colón descubridor de América, pertenecían a cofradías concepcionistas franciscanas como hermanos terceros.

De esa cuenta, el sitio del pueblo de La Ermita, llamado así por la iglesita fundada para funcionar en la cúspide del cerro que lo preside, dedicada a Ntra Sra. Del Carmen, desde los primeros años del siglo XVII fue una doctrina  franciscana y asi permanece hasta este año en el nuevo siglo y milenio de la cristiandad.  Lo anterior nos permite afirmar con propiedad que las fiestas concepcionistas y su rezado de novenario se realizaron por lo menos siglo y medio antes de la traslación de la ciudad de Santiago de Guatemala al valle en donde se encuentra  en la actualidad. La iglesia de este pueblo fundacional del actual asiento ha trascendido también con el nombre de “Parroquia vieja”

La Cofradía de la Inmaculada Concepción de Guatemala es una de las más antiguas, según los datos ofrecidos por el bachiller y presbítero Domingo Juárroz en su obra titulada “Compendio de Historia de Guatemala”, en el que señala lo siguiente “La primer cofradía de que se tiene noticia es la de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, de ella hacen mención los cabildos que tuvo el noble Ayuntamiento desta ciudad en 27 de noviembre de 1537, en 9 de noviembre de 1530 y en 4 de mayo de 1534…”  La cofradía fue beneficiada con indulgencias concedidas por la santidad del Papa Paulo V.

A la antigüedad del culto concepcionista en Guatemala se unen las acciones tomadas por los gobiernos locales. En 1654 la Real Audiencia de los confines con sede en la capitanía general del reino de Guatemala juró defender la inmaculada concepción de María santísima, al tiempo que el rey Felipe IV declaraba la Inmaculada Concepción como patrona de España y sus Indias, de esa cuenta la fachada principal de la santa iglesia catedral metropolitana se complemento con una imagen realizada en estuco de la Inmaculada Concepción cuando se inaugura el edificio en 1680, en el valle del Panchoy, la cual se puede apreciar hasta nuestros días presidiendo la ciudad desde donde se gobernó el istmo centroamericano durante el período de cultura hispánica.  Finalmente podemos acotar que en 1738 el Ayuntamiento de la ciudad de Santiago de Guatemala juró la Inmaculada Concepción como su patrona.  La fiesta de la Inmaculada Concepción se celebró en el reino de Guatemala según los contenidos en real cédula del 24 de mayo de 1788, conforme los enunciados de la Bula del Papa Clemente XIII.

La universidad de San Carlos la jura como una de sus patronas y se une a las universidades en el mundo que previo a entregar el título de grado, se juramentaba a los graduandos quienes,  derramando su sangre, juraban la defensa de la firme creencia de la Inmaculada Concepción natural de la Virgen María. En su tesis de Grado, el Historiador Lic. Miguel Alvarez Arevalo, Cronista de la ciudad de Guatemala, consigna que en la gaceta de Guatemala se describe el día 8 de diciembre de la forma siguiente: “Si la concepción no se celebra en Guatemala como quería el católico Rey Carlos III con locura, por lo menos no puede negarse que se hace con entusiasmo y se convendrá en que la festividad del día 8 es una de las más hermosas a la que concurre el vecindario de la capital.” (AGDCAB78.25 Exp. 17234, LEg. 1738, Fol. 3).

Lo anterior nos da una muestra de la devota dedicación de Guatemala a la Inmaculada Concepción por su impronta histórica ligada íntimamente desde sus inicios a la advocación franciscana.

Según los informes de investigación etnográfica presentados por el Lic. Celso Lara Figueroa, en la América india evangelizada el mes de diciembre se dedica casi en su totalidad al misterio concepcionista, a través de procesiones nocturnas llamadas “rezados”, quema de pólvora, “toritos” y “Castillos” con luces de artificio, sones y guarimbas, marchas alegóricas triunfales en músicas festivas con bandas de metales y percusión, altares domésticos, cantos de novenas, música y bebidas.

Según nuestro maestro antropólogo, las imágenes de la virgen son múltiples y de singular belleza, las cuales salen a “ver” a su pueblo, a “ahuyentar” a los malos espiritus, recorriendo las calles y barrios en andas sencillas, contenidas ellas de una larga historia y no menor tradición, tallas de arte sacro guatemalteco que se mantienen “vivas” gracias a la concepción del mundo y la vida de nuestros antepasados.

De entre ellas sobresalen las imágenes del templo de San Francisco El Grande de Almolonga, la del convento e iglesia de Guatemala en el periodo de dominación hispánica y de los tiempos independientes republicanos, la imagen de la Sta. Iglesia Catedral de Guatemala.

En el valle de la ciudad,  como ya se indicó, previo a la traslación ya se celebraba la festividad cada 8 de diciembre en la parroquia de indios del pueblo de la Ermita, dedicada a Ntra. Sra. De la Asunción, hoy “parroquia vieja” o parroquia de la Santa Cruz, de la cual la Inmaculada es su segunda patrona por decreto arzobispal, constituyéndose éste en el “rezado” más antiguo del valle.

Al parecer las procesiones realizadas en Guatemala con este tema, son eventos nocturnos llamados “rezados”, apelativo que se origina por la acción de los romeristas de rezar constantemente durante su desplazamiento y que se realizan como culminación del rezo del novenario al concluir la novena jornada o día de rezo.  El cronista franciscano Fray Francisco Vásquez de Herrera en su obra “Crónica del Santísimo Nombre de Jesús”, escrita en el siglo XVIII, indica lo siguiente: “…Conmoviose toda la ciudad y puesta en andas la sagrada imagen hizo procesión numerosísima para llevarle a su templo, que fue de grande edificación, por ir lo más principal de todos los estados, a pie, rezando a coros la corona y rosario de Ntra. Sra. Con cuantos silencio, mesura y devoción, que siendo el gentío, el mayor que puede hallar Guatemala sin haber persona que rigiese la procesión en tres o más escuadras de más de quinientas personas, no hubo equivocación de un “ave maria” “Es un paraje alto el de San Pedro y el Almolonga, en que se descubre toda la ciudad, a petición de todos se dispuso la imagen como a volver y “mirar” para bendecir la ciudad, mientras se canta la “Conceptio Túa” con cu versículo y oración, y de allí en adelante se fueron cantando la letanía, hasta colocarla con la salve cantada en su altar…” (PP 254.)

Podemos afirmar entonces que para el siglo XVIII las procesiones de la inmaculada en Guatemala y sólo en Guatemala se llaman formalmente “Rezados”.

En el siglo XIX, el viajero Jhon L. Stephens, en su crónica de Viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán, a su paso por Guatemala, en el mes de diciembre nos relata que “…La procesión para la cual se hicieron estos preparativos venía encabezada por un solo indio, viejo, arrugado, sucio y andrajoso, con la cabeza cubierta, bamboleándose bajo el peso de un enorme tamborón que llevaba sobre sus espaldas y que parecía tan antiguo como la conquista, con todos los cordeles y un lado del fondo rotos, lo seguía otro indio tan harapiento como el primero, que con una pesada baqueta tocaba de cuando en cuando el viejo tamborón. En seguida venía otro indio con un enorme pito, que correspondía por su aspecto venerable con el tambor y de cuando en cuando lanzaba un violento sonido…

“…En seguida el gran objeto de veneración, la virgen de la concepción sobre unas andas pequeñas ricamente decoradas con oro y plata y flores en profusión, protegidas por un hermoso palio de seda sostenido en alto con cuatro doradas pértigas…”

“…me fui a la plazuela de San Francisco, lugar señalado para el gran final de los honores de la virgen ¡la exhibición de fuegos artificiales!. Ya anochecía cuando la procesión entró al principio de la calle que conduce a la plaza, fue aproximándose con un ruidoso canto, no viéndose a lo lejos más que una procesión de velas encendidas que alumbraban la calle como si fuera de día…”

Las más célebres descripciones fueron hechas por Don Ramón Salazar, masón, de pensamiento liberal y anticlerical, en el año de 1854:

“…el ocho de diciembre era el día clásico de Guatemala en otro tiempo. Los jóvenes de la actual generación no podrían formarse juicio de el por las fiestas que aún se celebran y que no son sino triste pálido recuerdo de las de antaño. El gran acontecimiento del día era la procesión triunfal de la imagen de la virgen por las calles principales de la ciudad. Comenzaba la apoteosis a las cuatro de la tarde en las puertas del grandioso templo de franciscanos, pasaba la imagen rodeada de inmenso concurso, bajo el azul de cielo, entre cánticos de alegría y sobre alfombras de flores por la calle real y de allí se dirigía al templo de Santa Teresa…”

“…festejabas la belleza, la virtud, la maternidad de la más admirable de las criaturas… y la calle “de chispas (lado sur de la actual 9ª. Avenida)” se tornaba en una vía ardiente de luz… ”

“…un tamborón inarmónico, tocado por un indio habría el cortejo, siguiéndolo y formando una algazara indescriptible marchaban, saltaban, gritaban, silvaban, arrojaban cohetillos chinos multitud de pilluelos, más atrás efigies de ángeles conducidas en andas y rodeadas de farolitos, la de S´coto (Fray Duns Scoto, el Doctor sutil ) y los demás defensores del dogma y por último, en elevado trono entre músicas y cantares, luz y alegrías a la imagen de la virgen “

“…al oir de lejos los ecos de aquel pueblo entusiasmado cualquiera habría comprendido que ese pueblo pasaba por una de sus horas más felices, y en efecto, lo era.”

“Lector: Como lo ví te lo cuento.”

Por su parte la prensa local, citando referencias hemerográficas epónimas para enriquecer este breve ensayo, nos aporta lo siguiente:

“Hoy se verifica el rezado de San Francisco recorriendo la estación acostumbrada que ha comenzado a adornarse como todos los años”. “Por la tarde salió el rezado de San Francisco que recorrió la estación acostumbrada la que como todos los años estaba adornada con colgaduras y guirnaldas de flores y por la noche muy bien iluminada”. (Gaceta de Guatemala, 8/12/1854)

“…La calle de la Universidad estaba muy hermosa hacia las siete, hora en que pasó la procesión. Las iluminaciones del seminario, la universidad y la Sociedad económica y más adelante casi todas las casas particulares al paso de la imagen de la virgen, el más hermoso golpe de vista. Después del rezado hubo fuegos ratifícales”. (Gaceta de Guatemala, 14/12/1855).

Podemos agregar a las descripciones que al paso del rezado de San Francisco por la Universidad de San Carlos, el Sr.Rector Magnifico portando el pendón universitario acompañado de su Consejo en pleno, se integraba a la procesión acompañándola a su paso por la sede san carlista (9ª. Avenida y 10 calle z. 1.), cantándose el himno universitario “Gaudeamus Igitur”.

Al hacer la descripción etnográfica de un rezado en el actual siglo y milenio se puede afirmar que no han variado sustancialmente, un tamborón interpretado por un personaje anónimo sigue abriendo el paso a la procesión delante de los ciriales, los niños tirando cohetillos sin ningún orden y personas que acompañan la procesión sin formar filas le dan su encanto a los rezados, el “corpus” estructural de la procesión sigue siendo la corte celestial integrada por imágenes a escala natural de arcángeles y estandartes en donde los niños que los han cargado se han formado para ser en el futuro, durante su edad adulta, los nuevos cofrades y dirigentes organizadores.

Sigue saliendo en alto trono la imagen de la virgen, aunque ya no en andas de plata, si en finos muebles de madera tallada, acompañada de una multitud de personas que cantan y rezan, amenizando la banda de música interpretando alegres sones de pascua y marchas alegóricas triunfales.

La Nueva Guatemala de la Asunción, Diciembre 2012.

Juan Alberto Sandoval Aldana
Escuela de Historia, Universidad de San Carlos.

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