El recordado profesor y altarero Jorge Mario Diaz Del Cid, recientemente fallecido, narraba como parte de sus vivencias, episodios relacionados a la devoción a la Virgen de Dolores en la Nueva Guatemala de la Asunción de los inicios de la segunda mitad del siglo XX.
Dentro de ellos, hacía especial hincapié en las procesiones de Pésame del sábado santo y muy especialmente, la de la Santísima Virgen de Dolores del Calvario de la Nueva Guatemala, destacando en su relato dos aspectos importantes: el primero, que la Virgen realizaba buena parte del recorrido del Santo Entierro del día anterior y el segundo, la nutrida participación de sus cargadoras y niñas aspirantes vestidas de negro portando los estandartes de los siete dolores así como del pueblo en general.
Para 1,940, publicaciones de la época consignaban la salida de dicha procesión a las 3 de la tarde. En 1,962 la salida estaba programada a las 4 de la tarde. Dieciséis años después, el programa de actos cuaresmales de la Parroquia de los Remedios de 1,978 señalaba la realización del “Conmovedor sermón de pésame” a las 3 de la tarde y una hora después, la procesión de soledad de la Santísima Virgen de Dolores.
Es necesario notar que la duración de los recorridos procesionales del Santo Entierro era más reducida. Para 1,940 únicamente la procesión del Santo Entierro de Santo Domingo, por disposición arzobispal, gozaba del privilegio de entrar pasadas las 21 horas. Alrededor de 1,970 el Santo Entierro del Calvario salía a las 15:20 y entraba a las 22:20. Para 1,985 su entrada era a las 23:00 horas y tan solo media hora después en 1,989.
La última década del siglo XX trajo consigo el aumento de andas mientras las dos primeras del siglo XXI, el incremento de las jornadas procesionales. En la actualidad, el punto más álgido en la Semana Santa de la Nueva Guatemala, inicia en las primeras horas del jueves santo y se extiende hasta las primeras horas del Sábado Santo aunado al cansancio acumulado desde el sábado anterior a Ramos.
Esto ha dado como resultado que el Sábado Santo sea un día dedicado a descansar y recuperar fuerzas. Sin embargo, para las procesiones de Pésame los efectos han sido nefastos: escasa participación, desinterés y poco atractivo para participar. Las procesiones de Pésame han quedado en medio de dos fuerzas, por un lado, el agotamiento de los días anteriores y por el otro, el interés por darle debido protagonismo al Domingo de Resurrección y por ende a toda la narrativa pascual.
La devoción mariana ¿en descenso?
¿Es que acaso la devoción mariana y especialmente a la Virgen de Dolores ha ido en descenso?, ¿son las procesiones de pésame, como epílogo de la pasión, contemplación del Sepulcro junto a la Madre Dolorosa y preámbulo de la Pascua, actos que están en vías de extinción?
Se escucha con frecuencia que siempre y cuando dichas procesiones vayan con “sus devotos” por pocos que estos sean, todo estará bien. O que más vale “cantidad” que “calidad. ¡Ojo con esto ¡porque si las actividades no se masifican o al menos, generacionalmente no se actualizan y renuevan estarán condenadas a desaparecer.
Frente a amenazas de suspensión o condiciones de realización cada vez más adversas, se hace imperativo promoverlas, protegerlas y presérvalas.
¿Qué hacer para rescatar las procesiones de pésame?
¿Cuáles deberían ser las primeras acciones para fortalecer las procesiones de pésame del Centro Histórico? En primer lugar, considerarlas como imprescindibles, es decir, su realización no es una opción sino un deber y segundo, volverlas más atractivas a nivel de comunicación, itinerario, producción artística y organización.
Si bien cierto, su duración difícilmente llegará a superar las tres horas, el objetivo es hacer de éstas, un momento memorable y pletórico de devoción y belleza artística y espiritual. Para ello es necesario no ver las procesiones de pésame como meros trámites de un ciclo de tradicionalidad sino como un espacio procesional que merece su atención propia, esmero y esfuerzo.
Mientras las procesiones de pésame sean percibidas como sinónimo de agotamiento, aburrimiento, ausencia de frescura, brillo y novedad, es poco probable vuelvan a florecer. Cuanto más continúen siendo tan escasamente concurridas estarán más cercanas a su desaparición como momentáneamente sucedió en la Parroquia del Calvario del 2009 al 2014.
“Acompañemos a la Santísima Virgen en todo su recorrido y muy especialmente, en el de Sábado Santo”