Por: Lic. Fernando Urquizú.
El historial de la consagrada imagen de Jesús Sepultado de San Felipe ha sido ampliamente esclarecido por el arqueólogo Mario Ubico Calderón quien nos ha ofrecido interesantes datos acerca de la evolución histórica de esta querida imagen escultura antigüeña.
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Sin embargo, para que esta se posicionara en el corazón de su pueblo fue necesario difundir su culto que se logró con el trabajo tesonero de sus devotos encargados de su culto que no cesaron nunca en propagarlo de un pequeño poblado al resto de la nación.
La devoción del Señor Sepultado de San Felipe en el siglo XIX
En este contexto podemos ubicar un primer grabado anónimo de 1820, publicado en el libro «Semana Santa tradicional en Guatemala», de Luis Liján Muñoz (Serviprensa centroamericana, Guatemala, 1982, P.125) que nos aproxima a la importancia que el culto al Señor Sepultado de San Felipe había alcanzado desde principios del siglo XIX. La imagen que se presenta del Señor no es un retrato de la escultura, más bien se representa la misma con la vestimenta cotidiana que lucía en el altar que le servía de torno sepulcral donde se veneraba, según historiador Luján lucía «una especie de gorra o cofia en la cabeza, como usaban los enfermos a fines del siglo XVIII o principios de la siguiente centuria».
Es interesante en el examen de dicha fuente que nos hace pensar en otro tipo de presentación del Señor en su sepulcro que sin duda obedecía a otra forma de culto que en Semana Santa incluía ceremonias especiales como la Adoración de la Cruz, la Crucifixión, Sermón de las Siete Palabras, Descendimiento, Presentación del Cristo Muerto a María Santísima, Procesión de Santo Entierro, Enterramiento de Cristo, Visita al Sepulcro por María Santísima de la Soledad, Velación del Cuerpo el Sábado Santo en espera de la Resurrección Triunfante de Cristo.
Todas relacionadas con la liturgia de la época de la dominación española de nuestro país demostrando la vida de esta escultura en otra dimensión ideológica, para la cual fue adaptada la escultura que antiguamente era de un Cristo de Ánimas que el Viernes Santo se convertía en un Cristo de la Penitencia para que permaneciera en un sepulcro durante el año.
El libro citado anteriormente (Luján 1982) nos muestra en la página 165, otro «Grabado anónimo en cobre de mediados del siglo XIX» de la misma escultura con la diferencia que se ha cambiado ostensiblemente el entorno y la forma de presentación de la escultura del Señor que en este otro grabado se aproxima más a la idea de un retrato, situación que se hace evidente en la presentación de las manos y rostro aunque no llega a la calidad de reproducción del modelo original, nos hace recordar la imagen a quienes la conocemos reforzado con un letrero tipo cartela que la identifica plenamente.
En el análisis de dicha representación, es muy importante advertir una nueva presentación de la escultura propia de la segunda mitad del siglo XIX, donde las antiguas vestiduras al estilo de un enfermo o difunto han perdido vigencia a consecuencia del avance de la ideología liberal que habría transformado las antiguas cofradía en hermandades, estas últimas, menos ligadas al Estado y a las practicas religiosas de los tiempos de la dominación española como procesiones de sangre, lo que determinó la presentación de las esculturas menos dramáticas luciendo más serenidad e intelecto producto de la ilustración y la práctica de una penitencia más racional.
La inspiración barroca en el Señor Sepultado de San Felipe
El sepulcro de Cristo pasó a ser un vistoso trono funerario de inspiración barroca y la escultura del Señor a lucir atrayente túnicas bordadas en estilo francés que revela un nuevo acento de carácter liberal en la escultura pero como cosa curiosa no abandona el uso del resplandor de Tres Potencias, de antiguo Cristo de Ánimas, con el cambio de atuendo y entorno que enriqueció su presentación.
Este grabado en cobre debió haber sido impreso y sirvió de inspiración para la tarjeta titulada «El S: Sepultado de San Fellipe» que constituyó valiosa pieza de la colección de tarjetas impresas en Francia por la casa L.TURGIS PARIS Edit. Pré vost Despalagues & Tardif de las esculturas más veneradas en Guatemala, lo que hace evidente el posicionamiento del Señor Sepultado de San Felipe de San Felipe a principios del siglo XX en el ideario religioso del país.
En grabado nos da una idea del retablo en que se veneraba la escultura y podemos fácilmente asociarlo a otros retablos conocidos como de El Santo Sepulcro.
El mueble debió haber sido repuesto del anterior que hemos citado donde la presentación de la escultura era bastante diferente en apariencia aunque en esencia debió haber sido similar con la imagen de la Santísima Virgen de la Soledad sobre el Sepulcro.
En los albores del siglo XX encontramos un nuevo tesoro que se suma al culto del Señor Sepultado de San Felipe que fue rescatado por el antropólogo Carlos Navarrete en su libro «El romance tradicional y el corrido en Guatemala» (Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1987. Pp. 54, 60, 61 y 62). En dicha publicación nos refiere un «Alabado al Señor de San Felipe» publicado por la Tipografía la Unión Antigua Guatemala.
Contemporánea de esta joya de la música religiosa tradicional encontramos una urna realizada con materiales europeos por manos nacionales que fue cedida por la Hermandad del Señor Sepultado de San Felipe para el uso de la escultura de la misma advocación de la iglesia de la Merced de la Antigua Guatemala.
Dicha Reliquia de arte sunturaio es la que antiguamente ocupaba el Señor en su tradicional procesión del Santo Entierro cada Viernes Santo. Según evidencias por el historiador Juan Alberto Sandoval Aldana en un manuscrito inédito que pronto verá la luz pública que aborda la historia de la Semana Santa en La Antigua Guatemala.
La joya más grande del Señor Sepultado de San Felipe
En el año 1923 fue estrenada la joya más grande que cuenta el Señor Sepultado de San Felipe de Jesús y que le sirve de casa, su templo construido al estilo neogótico con gran esfuerzo de la comunidad local encabezada por el recordado padre Guitart.
En la nueva iglesia se colocó una urna en el mismo estilo que la edificación del templo, elaborada en Francia, según podemos deducir de una inscripción situada en la cabecera exterior izquierda de la misma que dice «Maurice Lenain, Farricant. 34 Rué St. Sulpice, Paris» en la que permanece el Señor Sepultado a manera de torno presidiendo el templo del poblado de San Felipe de Jesús.
La imagen del Señor Sepultado comenzó a lucir otra presentación que le dio su nueva urna y atuendo inspirado en el estilo neogótico matizando con gusto chapín evidente en la utilización de una cabellera barroca y ropajes de bordados franceses.
Esta nueva imagen de la escultura Señor Sepultado, impactó considerablemente a los fieles dentro y fuera de nuestras fronteras ya que inspiró el modelo para la fabricación en serie del retablo de madera de Jesús en el sepulcro de la fábrica «El Arte Católico de Francisco Bochaca», puesto a la disposición del público en su catálogo de ventas editado en Barcelona en 1929. P74.
Esta presentación del Señor Sepultado de San Felipe fue utilizada también en fotomontajes de su antiguo sepulcro para tratar de enmendar el error que habría causado la publicación de su tarjeta en la colección de grabado franceses y que no muestra un retrato en el sentido estricto de la palabra que fue reforzado por un letrero tipo cartela que dice «Milagrosa imagen del Señor Sepultado de San Felipe de la Antigua G.»
Continuará...
Fuente: Centro de Estudios Flolklóricos, Universidad de San Carlos de Guatemala; páginas del 233 al 236.