«Bendiciones del maestro de maestros que caen del cielo como la lluvia» así lo describe Gustavo Guzmán tras el cortejo procesional.
Se llegaba la tan ansiada tarde en que nuevamente la hermosa y venerada imagen del maestro de maestros de la ciudad de Armenia en Sonsonate volvería a impartir sus bendiciones a su pueblo. Llegada la tarde el templo parroquial San Silvestre que resguarda la hermosa imagen, comenzó poco a poco a llenarse cada vez mas de sus fieles que con devoción en sus corazones esperaban el poder acompañar la imagen del divino maestro.
Devotos provenientes de diferentes partes del interior del centroamericano país se unían a la oración que los devotos fieles de la hermandad ofrecían a Dios para dar inicio al solemne cortejo. Al sonar el timbre, los fieles comenzaban a portar sobre sus hombros la centenaria imagen; caminaban con paso cadencioso y solemne al compás de las hermosas notas de las marchas fúnebres que se expandían por todo el templo parroquial. !Una vez más el maestro de maestros bendecía a su pueblo que lo esperaba con fe en sus corazones! La venerada imagen hacia su egreso el templo con las notas de la granadera.
Su pueblo con fe y amor acompañaban a Jesús en su caminar por decimonovena ocasión, nada los detuvo ni siquiera la torrencial lluvia que en varios ocasiones del cortejo Dios mando sobre la ciudad aquella tarde, en el anda procesional se podía leer el mensaje: «Maestro enséñanos a orar» Junto a la imagen del maestro de maestros, estaba su madre María ejemplo de oración. Esa tarde, el pueblo de Armenia nuevamente externo su amor hacia Jesús al acompañarlo hasta su ingreso, los devotos comprendieron que la lluvia era un regalo, eran bendiciones de Dios que caían del cielo para ellos.