Al pie del altar central de la capilla del lado izquierdo al iniciar el templo de san francisco se encuentra la imagen del señor sepultado, frente a la capilla del ancestral Cristo de la Preciosa sangre, formando ambos la base visible de un centro religioso que ésta consagrado a la veneración de la pasión de nuestro señor. La escultura representa al instante en que CRISTO, ya falleció, fue colocado en el Santo sepulcro. La imagen data de fines del SIGLO XVI, es una de las más antiguas de su género conservadas en Guatemala , aunque con severas modificaciones aplicadas en el SIGLO XVIII. Originariamente pudo tratarse de una talla de un Cristo, ya que en su totalidad la imágenes de sepultados existiesen en el país no fueron idealizados con esta presentación, sino que se trata de crucifijos que fueron desprendidos de su Cruz, adaptándoles goznes en los brazos y se les colocó en una urna para simular el Santo entierro.
Esta observación se afianza de observar a la escultura que muestra las piernas inclinadas en un ángulo de 45 grados, con quiebre a la altura de la rodilla, en donde están latentes moretes y sangre lo cual es evidente en caso de tallas de crucifijos, pero no es sepultado ya que está posición de Jesús obliga a pensar en un cuerpo en posición de descansó, mesurado y con los pies aplanados, listo para ser colocado en la sepultura, tal y como sucede con él señor sepultado del templo de Santo domingo, hoy Basílica del Rosario. El cual fue adaptado como un sepultado a mitad del siglo XIX, cuando se anularon las piernas con quiebre en la rodilla.
La talla del Señor Sepultado de San Francisco está realizada en madera de cedro, el trabajo fue muy detallado, representa el cuerpo proporcionado, en el la cabeza a pies asoma un conocimiento formal de la Anatomía Humana. La cabeza es redonda, ya que no posee cabellera tallada por lo cual se le coloca una cabellera.
El rostro de la imagen presente frente y pómulos definidos. Los ojos son ligeramente avellanados, aunque permanecen casi cerrados, dejando muy visibles Los párpados su nariz en un ángulo perfecto, permite en la parte inferior observar la colocación de los bigotes que están delineados rápidamente, mostrando los detalles originales de la obra. El bigote enmarca la boca, la cual queda atrapada entre ese elemento y la barba que pende de pómulo a pómulo como un cabello peinado.
El cuerpo tallado en madera está revestido de capa pictórica, que simula piel, en una técnica conocida como encarnado, posee hilos de sangre, moretones Y simulación de coágulos en rodillas, brazos y piernas, lo cual casi sin lugar a dudas se trata de una aplicación renovada en el SIGLO XVIII, ya que suma una fuerte carga sensorial y expresivo, propia ya de un barroco más maduro.
La capa pictórica es óleo aplicado con el procedimiento de encarnado. Consiste en un alisamiento de la pintura a través de una vejiga de carnero máscara por el artista y luego removiéndola sobre la pintura para alizar la misma y darle una tonalidad de piel, logrando un acabado liso y con la mayor perfección posiblemente para simular la dermis.
Luego sobre está se aplicó pintura roja para mostrar la sangre, logrando efectos muy impactante, ya que en unos casos las emanaciones son fuertes y en otros detalles se diluyen haciendo filamentos muy obligados, como parte de los efectos barrocos muy teatrales, que demuestran además las transformaciones a que fue sometida está escultura en el SIGLO XVII, están los goznes que posee en el cuello, los brazos y la cabeza, los cuales están recubiertos con cuero, una técnica muy singular ya que está evidencia es única en su género en la actualidad en Guatemala, ya que el cuerpo fue también tratado con aplicación de encarnado para dar mayor teatralidad a la obra.
Es necesario destacar que este tipo se técnica es casi único en esta pieza aunque posiblemente exista algún otro ejemplo similar, por el momento no hay referencia del mismo lo cual coloca los está escultura como una obra muy especial, ya que ofrece un tratamiento único en el medio.
Esta variación debió de ser adaptada para dar mayor efecto teatral a la escultura al momento de ser representada la escena de crucifixión y descendimiento en el templo franciscano ya que cada viernes santo la efigie es colocada en una cruz, de donde se le desprende en un impactante ceremonial.
No está por más indicar que existió un cierto diferendo entre las órdenes dominicas y Franciscana para conmemorar los actos de crucifixión y descendimiento y procesiones de viernes santo los cuales según referencias de cronistas del Periódico Hispánico, terminaron en severos planteamientos, que obligaron a la intervención de las autoridades eclesiásticas, quienes establecieron que los oficios de crucifixión y descendimiento les corresponda a los Franciscanos y la procesión a los dominicos.
Sea como fuese, la imagen del señor sepultado del templo franciscano se mantuvo y se preservo hasta nuestros días, demostrando una vitalidad permanente en cuanto a la devoción fe alrededores de Cristo y su pasión.
Su culto estuvo siempre en manos de los miembros de la COFRADÍA DE LA VERA CRUZ del Templo de San Francisco el cual estuvo vigente durante el SIGLO XIX Y XX, hasta que sus miembros casi quedaron extintos hacia finales de la década de los 60 como resultado de la renovación aplicada con motivo del Concilio Vaticano II, sin embargo la tradición y la devoción popular hicieron que retome auge en la década de los 70 para revitalizar esta expresión de fe.
En el 2007 fue entregado de una restauración y rescatando una extraordinaria obra de arte y pieza de gran vigor devocional, la cual fue intervenida en los Talleres de Restauración del Centro de Conservación de Bienes Culturales de la Dirección General de Antropología e historia, recuperando su esplendor, para ser reverenciado por generaciones de Guatemaltecos que nos sucedan.
El 25 de Noviembre del año de 2007, la hermosa imagen de nuestro señor sepultado de la Penitencia fue consagrado. Para conferirle una nota especial dada su trayectoria como objeto de fe.
Por: Andery Arévalo y Fernando Sinay.