Anécdota de: Wendy.
Tengo muchas pero la que me pasó recientemente fue en la velación de la Santísima Virgen de Soledad del Templo de Santo Domingo.
El 10 de septiembre falleció mi madre y aunque yo siempre la quise ella fue un poco distante conmigo en especial (somos 3 hermanos) el día del entierro yo soporté bastante y casi no lloré para que mis hijos no se sintieran aún más tristes y también mi hermano el menor, a pesar que el último deseo de ella era que antes que la enterraran pusieran marchas Fúnebres en especial ‘La Fosa’ (mi marcha favorita desde niña).
El día de la velación yo tenía el turno de Honor salida (jamás lo había cargado el cual había adquirido meses antes) y sabía que en ese turno No tocaban La Fosa únicamente en la entrada la cual la cargaban solo caballeros, total que esa noche antes de salir me maquille pensando que solo rezaria por mi mamá durante mi turno y ya.
Al iniciar el turno pusieron creo «El Llanto de la Virgen» para eso yo ya había rezado una décima en honor a la memoria de mi mamá pero, mi sorpresa fue que cuando me disponía a rezar la segunda décima empieza a sonar…¡La Fosa! Por mi mente empezaron a pasar todos los lindos recuerdos de niña cuando mi mamá me llevaba a cargar la Soledad Infantil y como ella me hacía señas con su mano para que no me asustara ya que yo apenas tenía 5 años.
No soporté más y ahorita con un nudo en la garganta al recordar me puse a llorar amargamente por mi mamá sintiendo los brazos amorosos de mi Madre Santísima de Soledad abrazándome en ese momento (esa Dama Celestial que siempre he llamado Madre quien ha sido mi consuelo y compañía cuando ni mi mama me quería ver) diciéndome y mostrándome recuerdos que había olvidado ya donde mi mamá si había estado y si me había querido y como ella solía decir «a su manera».
Sentí el consuelo de ambas al mismo tiempo y ya sin una gota de maquillaje en inundada en llanto terminé de cargar mi turno a las puertas de Santo Domingo cuando de repente se me acercó un niño, pero por el estruendo de la banda no le escuchaba hasta que oí decirme:
– «¿quiere este adornito? – sin saber qué contestar dije –¿si?–
– «¿quiere la vela también?» -‘vaya’- contesté y mi sorpresa 2 fue que él me regaló 1 quinqué y una vela que estaban en la primera alfombra donde la Santísima Virgen María había pasado.
Cuando volteé para terminar de darle las gracias al niño porque mi llanto no me dejaba, el niño ya no estaba. Se que fue un ángel el que me consoló ya que a mi mamá y a mi nos gustan los quinqués?después de eso lloré un poquito más pero tuve la paz que necesitaba al saber que mi mamá esta en manos de mi Madre.
Paz y bien
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