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La escuela altarera guatemalteca en los altares y adornos procesionales

Por: Jorge Mario Díaz, colaborador especial de Cucurucho en Guatemala

Como he dicho siempre, todo esto ha sufrido una gran evolución. Voy a hablar de años atrás sobre los altares, lo que verdaderamente caracterizaba a un «altarero»; y luego algo sobre los decorados procesionales que embellecen las andas.

Los altares:

Podríamos decir que el marco de un buen altar, era el cortinaje. No se concebía un altar sin un bellísimo encortinaje; y estos encortinajes eran generalmente iban variando de color, no dependendían exactamente del tiempo litúrgico.

Antiguamente los viernes de cuaresma se encortinaba de diferente color, no como ahora que depende mucho de la litúrgia, haciendo que el encortinado sea sólo de morado. Antes se utilizaba en cada viernes un color diferente: rojo, verde, amarillo, etc.

Entonces las personas iban a las diferentes iglesias y una parte de lo atractivo de los altares era la variación de colores en las cortinas. Las romerías a los templos se podía conversar: «vamos a ver a Candelaria para ver qué color tiene este viernes, vamos a San José y vemos el color que tiene…» era así la sorpresa de ver los diversos colores de las cortinas generalmente elaboradas de gasa con un bellísimo galón hecho de papel esmaltado pegado sobre la gasa. Eso le daba una versatilidad muy hermosa a los encortinajes.

Otra de las gracias del decorador o altarero era ese juego que hacía con las cortinas; el entrelazado de las cortinas formando bellísimas hamacas y no siempre plegándola en la sercha, sino usándo un juego bellísimo de los encortinajes, y luego en el altar, que se variaba según la advocación.

La escuela altarera guatemalteca en los altares y adornos procesionales

Para la cuaresma y semana santa se acostumbraba poner cada viernes un paso del viacrucis, para la festividad de la Inmaculada Concepción recurrir a elementos como mundos, rayos, querubines y muchas veces usando las advocaciones de las letanías, y lo que menos se usaba eran LOS RÓTULOS.

Don Ramiro Araujo, gran altarero guatemalteco resaltaba: 

«Lo peor que le puede pasar a un altarero es recurrir a un letrero para explicar el significado del altar»

Un ejemplo claro es: «Rosa Mística», se colocaba a la imagen llena de rosas y realmente la gente comprendía que el mensaje era una de las letanías a la Virgen María.

La escuela altarera guatemalteca en los altares y adornos procesionales

Una característica del altarero guatemalteco antiguo era la improvisación, eran tan listos y creativos para improvisar con un dominio del espacio increíble. No he visto hasta hoy esa capacidad.

También utilizaban las diversas imágenes que se tenían, se vestían y transformaban para representar algún patriarca, profeta o apóstol.

Un fraile carmelita de Santa Teresa me decía:

 «Contigo Dios guarde, si tiene barba es Jesús y si no lo tiene es la purísima concepción»

La versatilidad y la agilidad eran fundamentales de un altarero para dominar la escena, los espacios, los colores y los significados.

Antes existía una riqueza teológica para la elaboración de los altares, hoy se hace una rebúsqueda en la Bíblia. Aquellas custodias gigantes donde se apreciaba a Jesús de Candelaria o a Jesús de la Merced, y sin letrero ya se sabía que era un tema eucarístico.