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Jesús flagelado del Calvario

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Jesús flajelado del Calvario
Jesús flajelado del Calvario

Por José Santos.

SAGRADA COLUMNA Y AZOTES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO: JESÚS FLAGELADO DEL CALVARIO

Con este hermoso título propio  de la Hermandad de las Cigarreras de Sevilla es propicio destacar la extraordinaria y monumental talla de Jesús de la Columna que posee el Templo del Calvario. En cuanto a su fundamento histórico, describe el pasaje bíblico de la flagelación , como el preámbulo legal a toda ejecución en la antigua Roma.  El castigo consistía  en  atar con cuerdas gruesas y resistentes las manos, colocadas por encima de la cabeza con el objetivo que no existiera parte del cuerpo alguna que impidiera los azotes.  El instrumento utilizado era el flagrum taxillatum, compuesto de un mango corto de manera, al que se sujetaban tres correas de cuero de 50 centímetros en cuyas puntas habían 2 bolas de plomo alargadas. EL número de latigazos según la ley hebrea era de 40, sin embargo, siempre daban 39 quizás obedeciendo a escrúpulos de no sobrepasarse.

Las correas de cuero, cortaron la piel de Jesús en todo su cuerpo: espalda, tórax, brazos, vientre, muslos y piernas.  El dolor tan inmenso que producía cada azote  era inconmensurable.  El cuerpo quedaba de forma casi irreconocible provocando extensas lagunas de sangre sobre el piso. El arte cristiano, a través de la pintura y la escultura recreó, quizás de forma muchos menos aproximada a lo real, el tormento corporal producido por la flagelación.  La gran habilidad de los antiguos maestros escultores se manifestaba por un conocimiento anatómico casi perfecto. El objetivo era generar grandes cargas de dramatismo y sensibilización en los espectadores.

Existen muchas imágenes tanto domésticas o eclesiales, que respondían a la gran devoción que “Jesús de la Columna” poseía en Guatemala. En el caso del Templo del Calvario de La Nueva Guatemala, la impresionante escultura de Jesús Flagelado forma parte de su patrimonio artístico desde años atrás.

Existe la versión relacionada a su origen, que lo sitúa como parte de los bienes trasladados en las postrimerías del siglo XVIII, desde la Ciudad de Santiago de los Caballeros destruida por los terremotos de Santa Marta de 1773.  Por otro lado, hay otra que ubica dicha imagen como propiedad de una antigua vecina del  Barrio del Calvario quién lo heredó a la Parroquia de los Remedios.

Sea cual fuese la verdadera, es un hecho que el Templo del Calvario posee una obra escultórica sumamente notoria. Basta detenerse frente a él para observar detalles tan únicos como los rizos “serpenteados” que parecen ser movidos por el aire o el peso corporal concentrado en la pierna izquierda.  En relación a su uso en la práctica devocional, se sabe que esta imagen formaba parte de los pasos que precedían el anda del Señor Sepultado hasta los primeros años de la década de los 50 del siglo XX. Prueba de ello, es el turno que ilustra ese artículo correspondiente al Viernes Santo de 1947, lo que evidencia una organización específica de cargadores responsables de su traslado durante la procesión del Santo Entierro.

En los últimos años, lo hemos visto formar parte del cortejo procesional de Jesús Nazareno de la Justicia, portado algunas veces  sobre carretón y otras sobre hombros. 

Siempre es buen momento, para dirigirse al Templo El Calvario en una tarde de Cuaresma y admirar detenidamente los detalles de grandeza escultórica  sin dejar por un lado,  elevar una oración frente a la enorme unción sacra que irradia la imagen de Nuestro Padre Jesús en su Sagrada Columna y Azotes.

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