Anécdota de: Quique García.
Traducir con letras el sentimiento que tiene un cucurucho al llevar en sus hombros a las Imágenes de su devoción es un poco difícil, sin embargo con palabras textuales quiero expresarles y transmitirles una hermosa experiencia, experiencia que me dio Dios sin duda alguna, y me la transmitió de una forma increíble, tan increíble.
Comenzaba un año de forma complica, estudios avanzados, poco tiempo, estrés en el trabajo, un sinfín de obstáculos que a cualquier ser humano se le presentan en la vida, obstáculos que muchas veces ponen en duda nuestra fe, sucedió que como era costumbre con mi señor padre nos dirigíamos desde la Antigua a ver al Señor de Candelaria en su Velación Anual del mes de noviembre dedicada a su advocación “Cristo Rey”, llegamos al Templo y lo saludamos, estando en su presencia parecía que el tiempo se detenía y que su serena mirada nos decía tanto… “Venirte a agradecer una vez más Señor de Candelaria por tantos favores recibidos y por tenernos de nuevo postrados de a tus pies”, nos despedimos y pasamos a la Casa Parroquial a inscribirme, hice la fila correspondiente y llego la hora de pasar al cartabón, la medida que tenía registrada de todos los años era de 1.50 metros.
Resultando que este año por el tipo de calzado que llevaba me colocaron 1.49 metros, un poco molesto pase a cancelar mi turno, así fue pasaron las horas, los días, los meses.
Llegó el tradicional Viernes de Dolores, para mi persona aún era un día laboral, me desperté muy de madrugada con la emoción de ir a recoger mi turno, mi turno de candelaria, siempre me inundaba la duda por el turno que me iban a dar, puesto que por la distancia se me complicaba mucho que fuera un turno de muy noche, gracias a Dios y a Jesús de Candelaria, los años que llevo llevándolo en hombros siempre me ha consentido dándome un turno temprano.
El tiempo pasó, y con los tradicionales vaivenes propios de esos días, llegué a Candelaria, como era de costumbre fui brevemente a ver a mi Señor con aquella ansiedad de saber que turno me tocaría, estando en la fila, llego un amigo y me dice “Vos Enrique, que pasaría si ahorita abrís tu turno y te sale EXTRAORDINARIO DE ENTRADA” y yo con una voz a quebrantada le dije “Jaaaa! Algún día vos” (Con la fe puesta en Dios) a lo que mi amigo me respondió: “pero ni al Fito que ya lleva ventinose cuantos años cargándolo le ha salido”.
Platicando de marchas y anécdotas llegamos a la mesa a donde cada quien iría a recoger su turno, cada quien en ese instante se dividió a su mesa, yo fui a la mesa que me correspondía, (Realmente transcribir este momento, me inunda de emoción y aún me sudan las manos, como si fuera sido ayer) di mi recibo y me dieron el sobre con mi turno y mi programa de marchas; tembloroso lo recibí, no sé porque estaba tan nervioso, salí a la fuente que está en la casa parroquial y muy cuidadosamente abrí mi turno, la sorpresa fue que arriba de mi nombre decía “su turno le corresponde de la 1ra. Calle al Docel en el Templo EXTRAORDINARIO DE ENTRADA”.
Realmente no lo creí, comencé a llorar, y cuando mucha gente pasaba a mí alrededor, solo podía sentir una emoción tan indescriptible, en mi vida de cucurucho, nunca me imaginé que Jesús de Candelaria me iba a dar ese honor; turno que toda mi vida había soñado y que tenía la firme esperanza que algún día Cristo Rey me lo iba regalar, pero nunca pensé sería este año.
Año crucial por muchas circunstancias personales; entre todos venía mi amigo que me preguntó “¿Qué te pasó? ¿Estas bien?” , yo no pude responder, únicamente me mostré con mis manos temblorosas el turno, nos estrechamos las manos y me dijo, “Sos uno de los cucuruchos preferidos de Jesús de Candelaria”.
Ese momento del Jueves Santo 24 de marzo de 2016 fue un momento que lo guardo celosamente dentro de mí, Hoy les puedo decir que cuando menos lo pensamos Dios nos manda señales increíbles pero tan reales para decirnos que no estamos solos, que Él siempre está con nosotros…
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Jesús de Candelaria!
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