Publicado en la edicición cauresmal de 2010 dela revista «Gólgota» de la hermandad del Sr.Sepultado de la Escuela de Cristo.
La iglesia de Guatemala ha tenido un papel protagónico, como institución que promueve el arte en todas sus manifestaciones, impulsando la creatividad humana inspirada en la espiritualidad cristiana, generando numerosas obras en todas las ramas del arte que reflejan las necesidades y aspiraciones de la sociedad que las produce.
Durante la dominación hispánica en Guatemala, se produjo un valioso legado que se extendió más allá de su función mediática en el desarrollo de la primitiva evangelización y sus fines para la enseñanza didáctica del Evangelio, trascendiendo a través de los siglos, integrando el patrimonio cultural con el que se nutre en la actualidad, la identidad de nuestros pueblos.
El aporte del Oratorio de San Felipe Neri y su Escuela de Cristo, desde que fue fundado el 02 de julio de 1661(*) por el muy venerable padre y maestro Don Bernardino Obregón y Ovando se materializa en sus principales referentes que son su majestuoso complejo conventual, templo y bienes
(*) Efemérides que en el año 2011, alcanzó sus 350 años.
Dato publicado en la obra Templos de Guatemala, Tomo I, Pág. 76 Fernández Concha, Miguel.
Los muebles que lo visten, entre ellos, las imágenes de Cristo desde su prendimiento, el trance de su dolorosa Pasión llevando la cruz a cuestas hasta su muerte vicaria y redentora en la Cruz.
Tres magníficos ejemplos que se conservan en la actualidad en la sede original de la Orden Filipense u Oratorianos en la ciudad de La Antigua Guatemala, son las imágenes del Señor del Prendimiento o “Ecce Homo”, el Señor Crucificado de la Agonía, vivo y clavado en la cruz y el Santo Cristo de la Penitencia que se venera como el Sr. Sepultado de la Escuela de Cristo, tesoros de la escuela imaginera guatemalense.
A este acervo, en La Nueva Guatemala de la Asunción, última y definitiva sede de la extinta Orden de predicadores oratorianos, se unen otros bienes que se conservan y que dan testimonio de la grandeza del arte guatemalteco perteneciente a la Orden y su Escuela de Cristo: La imagen del patrono titular San Felipe Rómulo Neri y la portentosa imagen de Jesús con la Cruz a cuestas: El Nazareno de la Escuela de Cristo.
Para conocer los orígenes de estas maravillosas esculturas, objeto de estudio en este ensayo de investigación bibliográfica, debemos ubicarnos en la segunda mitad del siglo XVII, durante el período fundacional de la Orden, que después de haber tenido presencia en el reino de Guatemala ejerciendo su ministerio durante 22 años.
Con regocijo recibe la primer concesión oficial para su establecimiento en Guatemala, por medio de Bula expedida en el Solio pontificio, bajo el anillo del pescador, el memorable 25 de marzo de 1683, documento que fue remitido por la Santa Sede al Consejo de Indias el 10 de octubre de 1697 y transmitida a la Real Audiencia el 16 de marzo de 1699, llegando el ansiado documento a la Ciudad de Santiago de Guatemala, en el año de 1704.
Los preparativos para el inicio del ministerio religioso de los padres oratorianos contando con autorización pontificia incluyeron el “encargo” de la talla de la imagen del santo fundador, trabajo que realizó el maestro Alonzo De la Paz, encarnada por el Maestro Mazariegoz (Joseph).
Según el licenciado Haroldo Rodas Estrada el encargo al maestro De la Paz y Toledo, incluyó la talla de una imagen de Jesús con la cruz a cuestas, que aparece referido por primera vez en los inventarios de la Escuela de Cristo que se conservan en el Archivo Arquidiócesano Francisco de Paula y Peláez, levantados en 1697.
El culto al nazareno se desarrolló en la ciudad durante su asiento en Panchoy por 82 años siendo establecida su procesión para la mañana del domingo de ramos, según Víctor Miguel Díaz, quedando interrumpida temporalmente en el año de 1773.
En el año 1779 se traslada la Orden y sus bienes muebles al nuevo asiento de la ciudad santiaguina en el Valle de la Ermita, a consecuencia de la destrucción de su emplazamiento el 29 de julio de 1773, según las disposiciones contenidas en el reglamento de traslación ordenado por el Rey Don Carlos III, el cual fue ejecutado por el Mariscal de Campo y Capitán General Don Martín de Mayorga.
Según el Doctor Luis Luján, eximio Historiador guatemalteco, la noticia más temprana de la procesión del nazareno de la Escuela de Cristo en la nueva sede de la ciudad de Santiago se encuentra en una noticia publicada en 1801, refiriendo la estación recorrida el 2 de abril de ese año. Al revisar el calendario, el jueves santo de 1801 fue 2 de abril.
En el agitado siglo XIX, el gobierno de Guatemala firmó dos tratados con la Santa Sede. El primero estuvo vigente de 1852 a 1871, siendo éste el primer convenio celebrado entre El Vaticano y un país latinoamericano.
El rompimiento ocurre debido a la separación de la iglesia y el estado promovida por el estado laico liberal que además desató una feroz persecución que conllevó el despojo de los bienes eclesiásticos, la expulsión del arzobispo y su clero así como la extinción por decreto de todas las hermandades y cofradías existentes.
El segundo tratado entró en vigencia a partir del 02 de julio de 1884 y fue firmado por el Cardenal Jacobini en representación de la Santa Sede y en nombre del Supremo Gobierno Liberal de Guatemala, firmó el padre Ángel Maria Arroyo.
Hay que acotar que para algunos investigadores, solamente se reanudó el primitivo concordato firmado en tiempos del general Carrera.
Esta situación propició un aparente alivio y disminución de la persecución en contra de la iglesia, permitiendo la lenta pero efectiva reorganización de la Semana Santa y a los pocos clérigos con presencia en el país (8 para toda la republica), actuar con más libertad en torno a sus actividades religiosas, al reconocerse finalmente por este acto, la jerarquía eclesiástica, asignándose además un subsidio de $30,000.00 pesos al año, aporte que tuvo vigencia hasta el gobierno de don Manuel Lisandro Barillas cuya asamblea legislativa improbó dicho tratado.
Esta postura del gobierno de Justo Rufino Barrios y sus aparentes aires de libertad confesional que buscaban el apoyo popular en su propósito de reconciliarse con la Iglesia y otros grupos sociales con la finalidad de lograr el apoyo de todos los grupos en pro de la ansiada unión centroamericana, propiciaron el descontento e inconformidad en las líneas deliberantes en el partido liberal, a la cual pertenecía el Licenciado Francisco Lainfiesta, Ministro de Gobierno y propietario de la tipografía “El Progreso” que había sido instalada en el incipiente y expropiado edificio en construcción de la casa conventual e iglesia de los padres del Oratorio y su Escuela de Cristo, en la Nueva Guatemala de la Asunción, arrebatada a los padres por órdenes del mismo Presidente Barrios y entregada en propiedad y usufructo al Licenciado Lainfiesta, que en total desacato al nuevo Concordato –o la reanudación del anterior- el 4 de agosto de 1884 se procedió a desmantelar el techo de la iglesia al mismo momento en que oficiaba la misa del quincenario de la virgen del tránsito y su glorriosa asunción, el Presbítero don Alberto Rubio y Piñol, Rector del Colegio de Infantes, siendo los empleados de la imprenta quienes empezaron a desmontar el tejado del recinto religioso dejando caer basuras y tierra sobre el altar el cual fue protegido por los fieles con paraguas para evitar la sacrílega contaminación de las sagradas especies, comprendiendo los presentes que ese era el fin de la Orden Filipense y su Escuela de Cristo.
A consecuencia de lo anterior, las imágenes y otros enseres de la extinta Orden fueron trasladados temporalmente a la iglesia del convento de Santa Catalina de donde salieron en procesión extraordinaria en horas de la tarde del memorable domingo 28 de septiembre de 1884 en dirección al norte de la ciudad, pasando por la plaza de armas frente a la Catedral metropolitana, incorporándose en las afueras de la plaza el Santísimo Sacramento tomado del tabernáculo de la Parroquia del Sagrario, llevado en manos del Presbítero don Pedro Piloña, presidiendo la sagrada forma, la extraordinaria procesión de traslado a la nueva casa de veneración, la antigua iglesia del pueblo de la ermita, espacio fundacional de la sede actual de la ciudad, conocida por la piedad popular desde 1784 como “La Parroquia Vieja”.
Al frente de la procesión eran llevadas en hombros las principales imágenes de la Escuela de Cristo, siendo éstas la imagen del patrono, San Felipe Rómulo Neri, que había presidido la Escuela de Cristo durante más de 200 años marchando al frente llevada en hombros, portando en sus manos las llaves del nuevo templo, revestido de dos casullas.
Le seguía Jesús Nazareno con la cruz a cuestas, a quienes se les unió la reliquia que sería la titular del templo, la Santa Cruz del Milagro que se encontraba en depósito en la Iglesia de San José. Siendo las cruces portentosas regularmente talladas en piedra, se desconoce si la que preside actualmente el templo, que es de madera, sea la misma reliquia.
Este acontecimiento permitió que la devoción y presencia de la imagen de Jesús Nazareno de la Escuela de Cristo trascendiera al lograr reorganizarce sus devotos en torno a la venerada imagen, desde su llegada, la que empezó a ser colocada en altos tronos para su velación en la Cuaresma y Semana Santa en su propia capilla de pasión en el lado norte del templo y durante las fiestas de la transfiguración, hasta que los vecinos del barrio de la Parroquia Vieja llevaron a cabo por primera vez la procesión el Lunes Santo el año de 1896, a 11 años del traslado, lo que conllevó otro hecho trascendental con la institución canónica de las Hermandades de la santa pasión de nuestro Señor Jesús Nazareno y de la Santísima virgen de dolores de la Escuela de Cristo, en 1924, la cual se encuentra vigente a la fecha, después de haber sido disuelta su ancestral cofradía al promulgarse el decreto de extinción en 1876 por parte del supremo gobierno liberal.
De esa fecha queda la norma constitutiva y estatutos de la nueva hermandad y dos extraordinarios estandartes bordados en hilos de oro por la Sra. Maria Bran, hermana integrante de la nueva entidad y maestra de artes para el hogar y bordado, residente en la zona 6 de la ciudad de Guatemala.
Durante 49 años se celebró la llegada de la imagen al espacio fundacional del actual asiento y primigenio barrio citadino, con un jubileo de tres días, siendo el último fin de semana de septiembre hasta el año de 1934, ocasión en que se celebró el Quincuagésimo Aniversario de Traslación, el cual culminó con varias celebraciones y una magnifica y multitudinaria procesión a interciclo, pero similar en todo a la de Semana Santa, el domingo 23 de septiembre de 1934.
En esa ocasión se estrenó nueva anda tallada en madera preciosa de caoba de 40 brazos, corona, resplandor y cantoneras de plata y se restauró la cruz que usó en esa oportunidad la imagen.
En 1884 se celebró el centenario de traslación, saliendo nuevamente en procesión la imagen del nazareno, fuera del tiempo litúrgico de la Semana Santa, culminando un extenso programa de preparación y festividades por tan magno acontecimiento.
El 2 de abril de 1996, despues de su salida en 1884 de su primigenia sede en el valle, la imagen es llevada en hombros triunfalmente durante el desarrollo de su procesión de Lunes Santo, hasta el punto en donde funcionó el templo y convento del Oratorio y su Escuela de Cristo, frente al solar que se asignó para la sede a finales del siglo XVIII, en la calle del Oratorio (Actual 4ta. Avenida) y crucero con la calle de mercaderes (8ª calle ambas de la zona 1) en La Nueva Guatemala de la Asunción, ocasión que se ha celebrado desde esa fecha con actos especiales y desagravios, al pasar cada año llevado nuevamente en procesión al templo que lo cobijo durante las vicisitudes y despojo del siglo XIX provocados por la política liberal y el pensamiento masón.
A los valiosos datos que nos ofrece la revista anual “Golgota” se agrega esta información sobre el Nazareno de la Escuela de Cristo que se conoce desde hace varias décadas como “Jesús de las Tres Potencias”, por los atributos iconográficos de clara reminiscencia sevillana que ha usado y que lo han distinguido durante más de 300 años, probablemente siendo novedosos para muchos antigüeños de la actual generación.
La participación honorifica y desinteresada del autor no conlleva más que la intención de coadyuvar por medio del conocimiento formal del desarrollo de nuestra Semana Santa, integrarnos como grupo cultural y trascender al resto de Guatemala y al Mundo la importancia de la Escuela de Cristo y sus más preciados tesoros religiosos, artísticos y culturales.
A 357 años de la fundación de la Escuela de Cristo en Guatemala,
Juan Alberto Sandoval Aldana
Escuela de Historia,
Universidad de San Carlos de Guatemala.