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Un domingo de 1917: la Virgen de Fátima se aparece

Situada en la diócesis de Leiría, perdida en uno de los contrafuertes de la Sierra de Aire, a 100 Kms. al norte de Lisboa y casi en el centro geográfico de Portugal, Fátima tiene a su alrededor, en un radio de cerca de 25 Kms., algunos de los monumentos más elocuentes y simbólicos de la historia portuguesa: el castillo construido por Don Alfonso Enríquez en Leiría, cuyas imponentes ruinas, altas murallas y fuertes y bellos torreones, se yerguen en la cumbre de una colina de 113 metros de altura; el grandioso Monasterio de la Batalla el cual, con sus amplios salones, soberbios arbotantes, pináculos y ornamentos, es ciertamente la más bella joya de la arquitectura medieval del país; el convento-fortaleza de Tomar, antiguo cuartel general de los templarios lusitanos y más tarde de la Orden de Cristo; no muy distante, circundada por murallas medievales y asentada sobre un cerro que domina la vasta planicie, la encantadora villa de Ourém, con sus estrechas y accidentadas laderas, ruinas góticas y lienzos de muralla del viejo castillo del señor feudal; por fin, construida en el austero y elegante estilo gótico, la gran abadía cisterciense de Alcobaça, una de las mayores de Europa que, en sus días de gloria fue centro de fervor religioso y de alta cultura, dando cabida a más de mil monjes.

Francisco, Jacinta Marto y Lucia Santos. Los Pastorcitos de la Virgen de Fátima
Francisco, Jacinta Marto y Lucia Santos. Los Pastorcitos de la Virgen de Fátima

No muy distante de Fátima, hacia el océano, se encuentra el varias veces centenario pinar de Leiría, plantado por el rey Don Dionís en plena Edad Media.

En el paisaje de la región predominan las colinas desnudas y pedregosas, salpicadas de encinas, viéndose aquí y allí pueblos de casas blancas, brillantes a la luz del sol y en los valles, algunos bosques de olivos, robles y pinos.

Fue este escenario bucólico, tranquilo y denso en recuerdos, el escogido por la Madre de Dios para transmitir al mundo una de las más graves profecías de la Historia. Palabras venidas del Cielo,
cargadas de advertencias, de misericordia y de esperanza.

Un domingo de 1917: la Virgen de Fátima se aparece

Un domingo como los demás para tres pastorcitos:

Transcurría la primavera de 1917. La Primera Guerra Mundial, la grande y sangrienta guerra de las naciones, hacía más de tres años que extendía sus campos de batalla por casi toda la Tierra. Sin embargo, en aquella luminosa mañana del domingo 13 de mayo, las calamidades y horrores de la guerra parecían distantes para tres pastorcitos.

Se trataba de Lucía de Jesús dos Santos, la mayor, con 10 años; Francisco y Jacinta Marto, con 9 y 7 años, respectivamente.

Después de asistir a Misa en la iglesia de Aljustrel, caserío de la parroquia de Fátima, donde residían, salieron en dirección a la sierra y allí juntaron su pequeño rebaño de ovejas castañas y blancas. Lucía,
al escoger el lugar de pastoreo para el día, dijo con aire de mando:

Primera Capilla levantada justo en donde la virgen de Fátima se apareció. Demolida el 6 de Marzo de 1922, por una bomba colocada por extremistas intransigentes
Primera Capilla levantada justo en donde la virgen de Fátima se apareció. Demolida el 6 de Marzo de 1922, por una bomba colocada por extremistas intransigentes

— Vamos a las tierras de mi padre, en la Cova de Iría. Obedeciendo, los otros pusieron en marcha las ovejas, y allí fueron los tres atravesando los matorrales que cubrían la Sierra de Aire.

Los animales iban arrancando lo que encontraban a su alcance, y sus cencerros sonaban tristes en el silencio de la mañana clara. Era un bello domingo ese 13 de mayo, ¡mes de María! En el cielo límpido y translúcido, el sol se mostraba en todo su esplendor.

Un domingo de 1917: la Virgen de Fátima se aparece

El tiempo había pasado sereno y entretenido. Los pastorcitos ya habían comido su merienda, compuesta de pan de centeno, queso y aceitunas; habían rezado el Rosario, junto a un pequeño olivo que el padre de Lucía había plantado por allí. Cerca del mediodía, subieron a una parte más elevada de la propiedad y comenzaron a jugar…

Extraído de: Fátima, Por fin mi Inmaculado Corazón Triunfará, Mons. João S. Clá Dias; Heraldos del Evangelio.