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Un tremendo fracaso digno de olvidar y enterrar

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En 1874, la Hermandad del Gran Poder de Sevilla, tomó medidas por el mal comportamiento de la cuadrilla de costaleros. Para ello, quiso sustituir por dos veces a estos últimos por un artilugio móvil autopropulsado que llegó a probarse en la calle. Sin embargo, fue tan criticado el invento por parte de los espectadores, que incluso los responsables fueron insultados de forma pública.

Todo ello hizo que finalmente el dichoso artefacto fuera un rotundo fracaso. Cuando las ideas osadas no tienen éxito suelen ser cobradas y muy caro. Y Guatemala no ha sido la excepción.

Una decisión desatinada

A continuación un relato de algo que sucedió en el seno de la Hermandad Cruzados de Cristo del templo del Calvario.

En los primeros años de la década de los años ochenta del siglo recién pasado, la Hermandad Cruzados de Cristo por medio de su relacionista público Guillermo Lira Mollinedo anunciaba a los medios de comunicación que “este año la procesión no llevará la tradicional banda integrada con músicos, sino que se incorporará un moderno y especial equipo de sonido, que reproducirá la música fúnebre con igual fidelidad que la de los conjuntos que se forman para ese objeto”.

La osada e innovadora idea consistió en reemplazar la banda de músicos con un conjunto de bocinas propiedad, según el señor César Morales, de la conocida “Banda Azúcar”, grupo de rock guatemalteco de los años 70, ampliamente conocido por abarrotar salones por doquier. Estas eran llevadas sobre una carreta ocupando el tradicional lugar de la banda de música.

Disco LP de la famosa Banda Azúcar cuyo equipo de sonido fue incorporado a la procesión del Santo Entierro del Calvario
Disco LP de la famosa Banda Azúcar cuyo equipo de sonido fue incorporado a la procesión del Santo Entierro del Calvario

Una jocosa anécdota narrada por el devoto Edgar Cristales cuenta que el “disk jockey” no llegó a tiempo en los momentos previos del inicio de la procesión. Nerviosismo y tensión empezaron a apoderarse de los encargados.

Fue entonces, que un miembro de la Centuria Romana propuso como solución, sustituirlo con un vecino suyo quien, posterior a ser convencido, fue llevado a toda prisa en motocicleta aún vestido con pantalones cortos. Cuadras después de empezar a operar la consola fue revestido con una túnica negra, a solicitud de Monseñor José Girón Perrone.

La atrevida decisión de la Hermandad despertó muchas críticas pues el sonido nunca podría igualar al de una banda musical interpretando en vivo.

Afortunadamente, la idea fue tan impopular que ninguna otra hermandad quiso replicarla de manera inmediata. Dos años después se desistió de ella y la banda de música tradicional regresó al Calvario.

Otro ejemplo: La Merced

Años después, el martes santo del 1991 la procesión de la Reseña de Jesús de la Merced sustituyó la legendaria banda de 100 músicos con un conjunto de bocinas reproduciendo acetatos.

El entonces encargado, Manuel Zeceña hizo alusión a que no era la primera vez que eso sucedía, pues precisamente el Calvario lo había hecho años atrás. La desafortunada medida llegó a ocupar, incluso espacios en los noticieros nacionales.

Nazareno de San Cristóbal el Bajo en Antigua Guatemala
El «Maestro de los Dedos de Oro», César Augusto Hernández adaptó algunas marchas a un nuevo concepto llamado «Banda Electrónica» compuesto por sintetizadores y percusión. En varios años esta novedosa forma acompañó la procesión de Jesús Nazareno de San Cristóbal el Bajo en Antigua Guatemala.

Posteriormente, a inicios de la década de los años 90, la idea fue replicada en la procesión de Jueves Santo de la Aldea San Cristóbal, El Bajo de la Antigua Guatemala con la incorporación del recordado maestro César Augusto Hernández y su “Gran Banda Electrónica” quien, subido en una plataforma, interpretó marchas fúnebres en órgano electrónico.

Años después se prescindió de la participación del maestro Hernández para dar su debido lugar a la tradicional banda de Semana Santa.

El año que Jesús de la Merced salió sin banda de músicos
Bocinas llevadas en la procesión la Reseña de Martes Santo de 1,991.
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