(Texto original de José Carlos)
Transcurría la Cuaresma del año 2007 y se acercaba el Sábado de Pasión. La alegría me invadía, ya que por un año más, cargaría a la réplica de Cristo Rey.
Llegó el día de la entrega de turnos y era un año especial, ya que Jesusito cumplía 57 años, si no me falla la memoria, de veneración y por primera vez, el cortejo ingresaría al Barrio Moderno.
Todo estaba listo ese sábado, pero de la noche a la mañana amanecí enfermo con más de 39° de temperatura. No podía comer ni beber, ya que no retenía los alimentos. Obviamente la tristeza me embargó, porque no le quería fallar a Jesús.
Ese día yo contaba con dos cartulinas, la primera era el Turno 3 Brazo 2 y la segunda, el Turno 36 Brazo 4, del cual si no estoy mal, la marcha era «San Nicolás».
Llegó el medio día y mi estado de salud no mejoraba, hasta que llegó el médico de cabecera a chequearme y después del diagnóstico y minutos más tarde, escuchando la salida de la procesión, comencé a llorar, imaginándome en esas filas de cucuruchitos.
En un momento, tomé mi cartulina con el Turno 36 para cargar a Cristo Rey y lloré desconsoladamente, pidiendo a Dios una explicación del por qué me pasaba eso ¡Y en ese día! Me levanté de mi cama y pedí a mi madre autorización para alistarme y ser parte del cortejo el tiempo que yo pudiera aguantar.
Después de acceder y salir de casa, únicamente llevando mi turno 36, fui al encuentro de Jesús de la mano de mi mamá, encontrándolo recién pasado por Santa Iglesia Catedral.
Me integré en las filas de niños y poco a poco comencé a sentirme más potente, más lleno de vida a cada cuadra, con cada interpretación y con cada mirada cruzada que teníamos, me sentía más vivo. Llegando así hasta la dirección donde me correspondía cargar, me ubique y esperé con ansias la llegada del mueble.
Cargando así mi turno 36 acompañados de la sentida marcha «San Nicolás», las lágrimas se hicieron presentes, pero ese calor como el de un abrazo me reconfortó y me hizo pensar que todo fue una prueba de mi Señor, para ver hasta donde llegaba mi fe.
Y es allí, en ese milagro, donde surgió ese amor y esa devoción a Jesús Nazareno de Candelaria, a quien ahora ya no acompaño en el cortejo infantil, sino que en su majestuoso cortejo de Jueves Santo y éste año 2017 va cargado de gratitudes hacia Él, Por su amor hacia mí. ¡¡¡…VIVA, CRISTO REY…!!!
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