Para algunos sonará repetitivo, se puede comparar a un disco rayado que repite y repite lo mismo, pero sin lugar a dudas, hoy más que nunca se hace el recordatorio que la Cuaresma y Semana Santa 2022 es el movimiento religioso, cultural, artístico, social y mediático más grande de Guatemala, incluso se codea con aspectos políticos (la historia nacional así lo demuestra).
Los primeros años de esta década han dejado marcas imborrables para toda una generación de Cucuruchos, el 2020 en plena Cuaresma la pandemia a causa de la Covid-19 vino a estremecer a todo un gremio que de la noche a la mañana vio con tristeza como las Procesiones que son su manifestación más grande de Fe, fueron suspendidas, sin poder hacer algo al respecto puesto que el escenario era aterrador.
En el año 2021, con un escenario muy diferente, con un manejo pandémico distinto (pero con la enfermedad presente) y con las decisiones controversiales de algunas autoridades eclesiales en contubernio con algunos malos líderes de hermandades opacaron la Cuaresma y Semana Santa cuando realmente pudo hacerse algo diferente para tener al devoto cerca de las Imágenes de Pasión de su Devoción.
A pesar de ello el Cucurucho y la Devota Cargadora siguieron aguantando todo lo que fuera mientras todas las actividades humanas cotidianas de a poco se reactivaron y las actividades de religiosidad seguían opacadas.
A finales de dicho año el escenario cambió por completo, se anunciaba el regreso de las tan anheladas procesiones, siempre y cuando se realizaran correctos protocolos de bioseguridad y el semáforo epidemiológico permitiera dichas actividades.
La Cuaresma y Semana Santa 2022 empezó el 26 de febrero
Ante ello la algarabía fue tremenda, instantes después del anuncio se hizo pública la noticia que Jesús Nazareno de la Merced saldría en procesión el 26 de febrero del 2022 para conmemorar sus trescientos años de declaración como Patrón Jurado, de la misma manera como forma de rogativa para acabar con la pandemia que tanto daño ha hecho al país.
Pero no todo fue felicidad, un gran sector, por irónico que parezca, perteneciente a la misma Iglesia e incluso en altos puestos de Hermandades pusieron el grito en el cielo queriendo detener las procesiones aduciendo, lo que según ellos era un atentado y que provocaría consecuencias de proporciones monstruosas.
Pero a pesar de esta gente nada detuvo que poco a poco empezaran a publicarse los tan anhelados afiches anunciando fechas de inscripciones para los diferentes Cortejos Procesionales, por otro lado algunas hermandades especialmente de la Antigua Guatemala anunciaban que no saldrían a las calles, algunas por el embate económico que sufrieron y otras por la decisión dictatorial de algunos malos sacerdotes que a la fecha no entienden que gracias a las Procesiones la Iglesia Católica en un buen porcentaje sigue viva en este país.
Después de luchas contra la desinformación, malos líderes eclesiales, los anti procesiones y no tanto la pandemia, llegó el 26 de febrero del 2022, fin de semana previo al inicio de la Cuaresma. Sábado que llegó como un bálsamo para el alma, Jesús Nazareno de la Merced salía a las calles para un nuevo encuentro de tan icónica Imagen con la historia actual de este país, a las diez de la mañana una trompeta anunciaba el toque del silencio,
Las Andas eran levantadas nuevamente y todo un pueblo se volcó a las calles al encuentro con Jesús, un encuentro esperado por muchísimo tiempo. Las lágrimas fueron inevitables, las calles nuevamente se convertían en el centro de convergencia de todo un pueblo, las alfombras se hicieron presentes, las calles y avenidas nuevamente se convirtieron en esa sala de conciertos donde las marchas fúnebres sonaron a todo lo que daban.
El vendedor de comida, de dulces, de refrescos y de todo aquel producto que pudiera venderse en un Cortejo Procesional, tenía un brillo especial en los ojos porque sabía que con el regreso de las manifestaciones de religiosidad popular los ingresos para su sustento y el de su familia tendrían cierto aumento, llenando la esperanza de un porvenir mejor. Lo mismo sucedió con músicos, altareros, elaboradores de adornos, sastres, zapateros, lavanderías, imprentas, en fin, toda una economía nacional veía con esperanza el regreso de las Procesiones.
Llegó el 2 de marzo, miércoles de ceniza, los programas cuaresmales en radio y televisión se hacían presentes, pero tenían algo distinto, ese algo que es tan inexplicable e indescriptible que solo puede decirse que era por la alegría que las procesiones estaban de vuelta, con el paso de los días se veían colas de devotos en las diferentes parroquias para cumplir con el deber de las inscripciones, las túnicas empiezan a despertar de un gran letargo, la Cuaresma y Semana Santa 2022 como celebración de todo un pueblo llena de algarabía al país.
Pero no todo podía ser perfecto, la procesión ancestral era suspendida, la Hermandad del Señor Sepultado de Santo Domingo hacía el anuncio que no habría Santo Entierro para el Viernes Santo, pero la voz de un pueblo se hizo presente, el descontento fue mediático llegando a tal punto que la entidad encargada de dicho cortejo tuvo que revertir su decisión y sacar la Procesión cómo efectivamente lo hizo al final.
En Antigua Guatemala se anuncian procesiones para los días de la Semana Santa y en todo el país, en cada municipio cada parroquia se preparaba para la conmemoración más grande del año.
Pasaron los días y todo estaba listo, adornos ensamblados en las andas, toda la parafernalia lista en cada parroquia, túnicas planchadas y relucientes, en algunos casos los trajes oscuros impecables, turnos entregados, músicos listos, instrumentos afinados, aserrín teñido, moldes a punto, aunque con la nostalgia de que por seguridad no habría incensarios ni guantes.
Pero que con tal de ver todo de regreso se podían hacer ciertos sacrificios. El mercado informal más que preparado, con toda la mercancía lista, las ventas de comida con todo a punto porque los días grandes llegaron.
Así se inició la Semana Santa, las procesiones en todo el país se hicieron presentes, en las filas de Cucuruchos se reunió gente de izquierda, de derecha, ricos, pobres, estudiados, analfabetas, homosexuales, católicos, evangélicos, mormones, adventistas, porque al final la Semana Santa y las Procesiones no hacen distinción de sexo, género, condición económica, estatus social, ni religión porque es la fiesta del pueblo.
Al tomar cada turno, al sentir el peso de las andas, sentir ese vaivén cadencioso, al escuchar el crujir del mueble procesional, al endulzarse el oído con las sendas notas de las marchas fúnebres, ver rostros de agradecimiento, gente derramar lágrimas por los que ya no están, se sentía la presencia de Dios, era como tocar el cielo con las manos, todo fue sublime, era como estar viviendo el más lindo de los sueños, hasta los anti procesiones estaban en filas dando gracias a Dios porque estaban presentes en los Cortejos (por muy irónico que parezca, pero en las filas de Cucuruchos para todos hay lugar).
Por fin llegó Viernes Santo, el día culmen, el día que cambió por completo la historia de la humanidad, el día que le da sentido al domingo de Resurrección, sin su existencia las escrituras jamás se hubieran cumplido. En todo el país absolutamente en la totalidad de municipios de la nación se conmemoró este día.
Allí iba Jesús con sus fieles Cucuruchos, con sus fieles amigos, los que no lo abandonan en la cita anual, en la mañana revestidos de morado, ya en la tarde-noche revestidos de negro luctuoso, lo acompañan como aquel amigo que acompaña en las malas, cuando más hay problemas, cuando la carga se hace más pesada, cuando se siente que ya no se da para más.
Así son los Cucuruchos para Jesús sus fieles amigos que ayudan a que la carga de la Cruz sea menos pesada y que hacen que su funeral sea realmente solemne como lo merece por ser el vencedor de la muerte. A la par de ellos la Santísima Virgen María, acompañada de sus devotas que año con año se preparan para la cita anual.
Este año las mascarillas y el gel imperaron, pero eso no impidió el desborde de Fe a lo largo y ancho de un país que vive, que respira a la Semana Santa más bella del mundo. Este año no importó si el adorno iba pomposo o bonito, si la túnica de Jesús era fina o no, si la banda era la adecuada, este año lo que importó fue que Jesús salió al encuentro de su gente, de aquel anciano que lo espera cada año, de aquel niño que sueña con ser Cucurucho y de aquella madre que pide por su familia.
Quedará para la historia que ni los anti procesiones, ni los malos líderes eclesiales, ni los laicos detractores, ni mucho menos una pandemia así como se lee mucho menos una pandemia pudo amedrentar al movimiento más grande del país. La Cuaresma, la Semana Santa y los Cucuruchos aguantaron todos los embates, regresaron más fuertes que nunca y en el año 2022 experimentaron el más lindo de los sueños hecho realidad.
Felices Pascuas de Resurrección y si Dios así lo permite en 2023 nos veremos de nuevo en las filas que tanto amamos…
Por: José Camilo Chán Arriola.