Por: Lic. Miguel Álvarez Arévalo, cronista de la Ciudad de Guatemala.
Para 1908 el gobierno de Manuel Estrada Cabrera mantenía y su régimen dictatorial estaba en apogeo; de hecho, pidió que la Procesión del Santo Entierro de Santo Domingo debería de cambiar el itinerario de la solemne procesión para pasar frente a la casa de habitación del presidente, situada en la 7.ª avenida sur y esquina de la Calle de la Fortuna o sea 7 avenida y 12 calle, de la Ciudad de Guatemala, y no la residencia en la Finca La Palma como indican erróneamente.
Lo cual fue tomado en cuenta por varios cadetes y oficiales de la Escuela Politécnica, quienes advirtieron que el capirote del traje de cucurucho —que por esos años cubría el rostro de los penitentes— era ideal para esconder a posibles conspiradores.
Los cadetes concibieron un plan sencillo: aprovechando que la procesión iba a pasar frente a la casa del presidente, irían disfrazados de cucuruchos, invadirían la casa presidencial y apresarían a Estrada Cabrera.
Pero para el Miércoles Santo de ese año los conjurados estaban presos: dos de ellos, durante una borrachera en una fonda, habían hablado de más y terminado en la cárcel.
Estrada Cabrera, una vez que supo de la conjura, puso palizadas frente a su casa, prohibió que la procesión pasara enfrente y prohibió el uso de los capirotes en el traje de cucurucho.
Uno de los delatores fue el oficial Roderico Anzueto Valencia, agente de Estrada Cabrera, y luego Director de la Policía Nacional con Ubico.