(texto original de Edsson)
Para un cucurucho cargar por primera vez en «las grandes ligas» es un hecho sin precedentes, en mi particular caso, por cuestiones ajenas a la voluntad humana, no tuve la oportunidad de cargar en las infantiles nunca, fue hasta el año 2006 cuando por las cuestiones que Dios decide, tuve la oportunidad, y en gran parte gracias al apoyo de mi padrino, de conseguir el tan codiciado turno para el Domingo de Ramos con Jesús de los Milagros el «Rey del Universo».
La emoción crecía cada vez más, conforme avanzaban los días de esa Cuaresma, recuerdo que justamente ese año Jesús del Consuelo salía en Primer Domingo de Cuaresma a las 11 de la mañana por cumplir 50 años de Consagración; iban pasando los días y entre estudios, amigos y el día a día se llegaba el Domingo de Ramos, el día que por primera vez cargaría al Rey del Universo.
Dios tiene todo preparado, y repentinamente, un día, se presentaron síntomas que no eran normales en mi organismo: sed excesiva, falta de apetito, incontenibles ganas de ir al baño, por lo que obviamente nos alarmamos; sin embargo no esperábamos que el resultado fuera lo que pasó.
El Jueves anterior a Dolores, ultimo día de estudios, eran demasiado alarmantes los síntomas, por lo que mis padres y yo decidimos realizar consulta médica, estudios de diferentes tipos, hasta que al filo del medio día, un poco escépticos, llegamos al Patronato del Paciente Diabético; jamas olvidaré la expresión de la enfermera luego de ver el resultado de los exámenes de glucosa. El 6 de Abril del 2006 me diagnosticaron Diabetes Tipo 2, Insulinodependiente, un golpe muy fuerte para todos y a tan solo un par de días del Domingo de Ramos.
Mi vida cambió desde ese instante, pero en mi mente no cabía otra cosa mas que el encuentro con Jesús de los Milagros, mi Rey del Universo; toda mi familia se oponía a que asistiera a la Procesión, no por falta de voluntad, sino por la noticia y el padecimiento recién descubierto.
Pero a mi pensar, Dios no iba a permitir que nada malo pasara, con tal de seguir sus caminos, y en su inmensa misericordia, me permitió llegar ese día a su encuentro. Subimos por la 10 calle, cuando aún hacía su recorrido pasando primero por el Hospital General, tan hermoso con una túnica azul y bordados de oro. ¡Resucitó! dictaba la alegoría de ese año, llevado en hombros por el escuadrón de Romanos y de fondo, el Pescador de Hombres; un momento que jamás olvidaré.
Al caminar un poco en la fila, llegó el Turno 91, justo en la Lotería, sobre la Tercera Avenida, con la marcha «El Cuervo»; el brazo 15 fue mi acompañante en un momento inigualable, las águilas imperiales se acercaban, mientras el mueble josefino se mecía lenta y cadenciosamente; el ambiente, el incienso, la gente, sobresalía Jesús de San José, con una expresión que me llenaba de paz diciéndome, «ya estas aquí, no te preocupes por nada más» y eso fue lo que sucedió.
Desde ese momento, por razones lógicas ha crecido cada día, mi amor y devoción a Jesús de los Milagros, quien cada Viernes en su capilla, vuelve a decirme «No te preocupes por nada, ya estas aquí conmigo».
No hay nada imposible de poder superar y sobrellevar si te aferras a Dios, te cobijas en su hombro y abrazas con fervor el Rosario de su Mamá María. ¿Qué tienes tu para contar? escríbenos tu anécdota y se parte de esta comunidad que trabaja por aumentar nuestra Fe y buscar el verdadero camino para nuestra conversión.
¡No te vayas! sigue leyendo un sin fin de anécdotas cucuruchas: