Anécdota de Pedro Zamora
Cada Cuaresma y Semana Santa es una nueva experiencia, una oportunidad para reconciliarte con Jesús, olvidarte de todo y establecer esa comunicación con él por medio de la oración y la penitencia.
Este año tuve la oportunidad de retroceder el tiempo y regresar hace 13 años de mi vida, cuando era un niño de 10 años y mi mamá me llevaba de la mano a ver la procesión de la “Burriquita” y luego la procesión de “Jesús de los Milagros” cada Domingo de Ramos . Vengo de una de una familia católica, donde solo unos cuantos solían participar en una que otra procesión; De esas familias que acostumbran a rezar el rosario, un padre nuestro por las noches y un ángel de la guarda en la mañana.
A pesar de la edad que tenía, cada vez que veíamos el paso de Jesús de los Milagros en el Parque Colon, empezaba esa espinita en mí para ser parte de los “Señores de morado” que acompañaban el cortejo. Pasaron un par de años (como dos) cuando le dije a mi madre: “- Mamá quiero cargar-”; ella me respondió “- Te falta mucho para alcanzar el mueble, eres muy chiquito y todavía no te aceptarían, aparte imagínate cuánto cuesta una túnica y todos sus accesorios-“. Sus palabras me frustraron y cada año que pasaba seguía insistiendo e insistiendo a tal punto de hacer “Berrinche”, y por supuesto nunca funcionó.
No te voy a negar!; después de tanto insistir y no ver una respuesta de mi familia para apoyarme, hizo que me decepcionara y preferí no hablar más del tema. Pase de ser niño a adolescente y prefería no asistir a ninguna procesión, me aleje por completo de los cortejos y mi Semana Santa se convirtió en salir con mi familia al puerto o a visitar la familia lejana y regresar el Domingo de Resurrección
Recuerdo haber pasado así hasta el año 2008, cuando inician las actividades de Cuaresma y Semana Santa en mi nuevo colegio. Toda mi vida estudie en colegios católicos, de esos conservadores en donde todas las mañanas haces una oración, cantas y le pides a Jesús y la virgen para bendecir tu día y el de tu hermano. La diferencia de este y los otros colegios donde había estudiado era la constante participación en Semana Santa y otras actividades religiosas.
La Circular informativa de “Actividades de Cuaresma y Semana Santa” era muy extensa, La primera vez que la vi me preocupe, pues no sabía en qué momento me iba a dar tiempo de “jugar, visitar a la chava que me gustaba, dormir y hacer tareas”. Entre las actividades que estaban en esa lista te puedo mencionar: un Vía Crucis Penitencial, realización de alfombras, conciertos con la banda Marcial, una Romería etc. Tantos días me parecía una mala jugada, Te lo juro! me enojaba pensar que mi “Vida Social” se iba a descuidar por estar casi 10 horas en el colegio pasando las diferentes actividades.
Una semana antes de terminar la cuaresma nos envían un recordatorio de la última actividad de esa larga lista : “Participación en la Procesión de la C. I de Jesús Nazareno del Consuelo Templo de la Recolección, Todos los alumnos con uniforme de gala a las 8:00 A.M.”
Había pasado tanto tiempo que las ganas de ser cucurucho se me habían olvidado por completo. Recuerdo que un gran amigo me dijo: “- ¿Vas a ir a la Procesión, tenemos turno?-“. Mi respuesta fue “- No se, estoy muy cansado y nunca he cargado en una procesión tan grande-“.
Llego el Sábado del Consuelo, y como cosa rara desperté a las 6:00 AM, mi pregunta fue ¿Qué voy a hacer en estas vacaciones? …. A la par, en mi mesa de noche estaba la circular del colegio que me recordaba la actividad de ese día. Me arme de valor, me puse el uniforme y me fui al punto de reunión. Esta vez no llegue tarde y nos ubicaron en la puerta del templo para esperar la salida del cortejo, mientras al fondo se escuchaban las notas de la Marcha Fúnebre “Jesús del Consuelo” me preguntaba ¿Sera que voy a aguantar? ¿ y si se me cae? .. tantas interrogantes que fueron resueltas al momento de ver el anda asomarse por el atrio.
Ese Sábado del Consuelo no lo voy a olvidar; imagínate como me sentía ver un anda tan grande, acompañado de la marcha fúnebre “Tu eres Pedro” y la devoción que miraba en los rostros de las personas que observaban la salida. Cuando se llegó el turno y el anda se acercaba, empecé a sentir una emoción muy grande: Las piernas me temblaban, jugaba con el botón de mi uniforme y las manos me sudaban. Llegó el momento de tomar la horquilla, el timbre sonó y el rechinido del anda indicaba el inicio de esta gran experiencia.
Mi primer turno!!!… Cuando se terminó, no pude evitar ver a los ojos a Jesús del Consuelo y decirle “Gracias”, no podría explicarte lo que sentí en ese momento, pues como lo dijo un compañero de este Staff “!Es muy difícil explicar un sentimiento!” … Yo lo recuerdo con gran aprecio… y ¿Cómo no hacerlo?.. Cuando paso frente a mi pude entender que Las peticiones, los berrinches y mi insistencia de niño… no fueron en vano!… es mas… Ya no me preocupaba mi “Vida Social”. Así fue como empezó esta tradición, en el 2010 se terminaron mis tres años de vida estudiantil y la primer cartulina con mi nombre fue precisamente la de Jesús del Consuelo.
En el 2011, en época de cuaresma, mi amigo del colegio ( El cucurucho) me invita a trasnochar para obtener un turno de Jesús de los Milagros, tal es mi sorpresa que por el “Facebook” pude ver que ya había mucha gente haciendo cola desde las 12:00 hrs, lo primero que pensé fue pedir que no fuera en vano aguantar frio y hambre toda la noche. Antes de llegar a San José, pase a la Recolección viendo a Jesús del Consuelo y pedirle por esa aventura, mi amigo pudo apartar lugar en la esquina del Santuario (Donde hay un parqueo) y esperar allí más de cinco horas para que nos dieran un número. Aproximadamente a eso de las 19:00 hrs, tuvimos la dicha de que nos dieran uno de los pocos números que había para adquirir turnos a nuevos devotos.
Esa misma noche el señor que estaba delante de nosotros nos dijo, “- ¿Se van a quedar aquí?, tengo que ir a Candelaria porque hay también turnos para nuevos devotos-”, nosotros sin pensarlo le dijimos..! Vamos lo acompañamos!. Dejamos nuestras cosas en la fila de San José y nos fuimos a Candelaria, allí estaba otro amigo que nos cedió el paso para poder “Probar si podíamos obtener un número “, dormimos fuera de la iglesia de Candelaria pues los números los entregaban a las 6:00 hrs., mi sorpresa fue… que si logramos alcanzar un número para comprar un turno en esa iglesia. Ajustando el poco dinero que llevaba, lo pague y nos fuimos corriendo a San José por nuestras cosas, pensábamos que ya no estarían.. es más, las habíamos dado por perdidas .. tal fue nuestra sorpresa que un grupo de cucuruchos que estaban en la fila nos las habían cuidado en el transcurso de la madrugada. Esperamos como una hora de fila y también pude pagar mi turno para cargar a Jesús de los Milagros.
Esta anécdota parece ser la de “Un chavo con suerte” … , si te contara el resto de experiencias para tener mis otros turnos.. me llevaría más hojas, por eso te las voy a resumir .. pues dos semanas después… una amiga de la hermandad de Santo Domingo me consiguió un turno para llevar en hombros al Cristo del Amor… y otro para el Cortejo de La Recolección. Al siguiente año pude comprar mi turno para Jesús de la Buena Muerte, del Señor de la Justicia del calvario y ese mismo año convertirme en Caballero del Señor Sepultado de Santo Domingo, donde actualmente pertenezco y por cierto (con ellos aprendí a cargar en la Antigua Guatemala).
Comprar las túnicas en un solo año no fue mayor problema, pues mi abuelita me regalo la de Viernes Santo y yo compre la morada junto a los demás elementos, en cuestión de dos años me convertí en el cucurucho que quería ser desde pequeño… hace poco mi mamá me dijo… “-¿Te recordas cuando me insistías que querías ser cucurucho?-“… Y si, ahora tengo más que claro que la esperanza es lo único que no se debe de perder, Dios te guía por el buen camino y que mejor… hacerlo con esta gran devoción.
Nunca me preguntes… ¿Cuál es mi nazareno favorito? .. Mejor pregúntame… ¿Quién me dio la oportunidad de ser cucurucho?
Ahora entiendes porque afirmo que… ¿Con Jesús del Consuelo aprendí a ser Cucurucho?
Dios te bendiga.