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El apocalípsis en Viernes Santo

APOCALÍPSIS ESTETICO EN VIERNES SANTO

El Viernes Santo 14 de Abril de 1995, las Hermandades de Pasión del Calvario presentaron quizás el adorno más descuidado de toda la década.

Las razones las desconocemos, pero era evidente que la falta de planificación, dirección artística y quizás premura causaron un decorado, hasta cierto punto premonitorio del giro que tomó la línea estética de las hermandades de la 18 calle.

El conjunto fue construido a base de materiales sintéticos e industriales sin un tratamiento significativo, tales como duropor, esponja y pelo sintético. Las alegorías fueron bastante ajenas al concepto tradicional de un «entierro» que distinguieron al Calvario por décadas.

Y es que la fórmula de tomar un pasaje del Apocalípsis y sobre él realizar un adorno de Viernes Santo, no tuvo el mismo éxito del recordado adorno de «El Dragón» presentando cuatro años atrás.

Cristo Yacente del Calvario 1995
Cristo Yacente del Calvario 1995

El anda del Santo Cristo Yacente fue inundada de veinticuatro imágenes hechizas realizadas sin mayor estudio colocadas en actitud reverente hacia la urna transparente de material acrílico que resguardaba la imagen del Sepultado. Ángeles elaborados con la misma técnica portando frágiles y burdas alas de esponja complementaban tan saturada escena.

Por su parte, la Santísima Virgen de Soledad fue situada en una recreación del pasaje de «La Mujer y el Dragón» de libro de Apocalipsis, capítulo 12.

La alegoría, aunque poco ortodoxa para una advocación dolorosa de la Virgen María, fue plasmada a través de dos escenas: la primera con figuras hechizas representando a «ángeles caídos» que en actitud ofensiva fueron situados delante de la Santísima Virgen.

Reina de la Paz Viernes Santo 1995
Reina de la Paz Viernes Santo 1995

Y la segunda en la parte trasera, por «ángeles de Dios» que en contraposición a los primeros, defendían a la mujer encinta, que clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. En efecto, era una batalla la que sirvió de contexto alegórico a la Reina de la Paz clásicamente revestida de su ajuar español, corona imperial y halo.

El contraste entre las calidades de las esculturas del Señor y su Madre con las de imágenes hechizas producían un antagonismo artístico y a su vez, las más cruenta desunión y demérito.

Quizás en el seno de la hermandad, este adorno pudo haber sido tan cuestionado que no quisieron repetir algo similar y afortunadamente un año después, El Calvario mostró uno de los tres mejores decorados de la década. Lastimosamente, tan magníficos resultados no fueron nuevamente considerados y en los años subsiguientes se optó por el estilo característico de la época.