Anécdota de Edgar Montoya.
Fue en el año 2003, era el día de las inscripciones en el Santuario Arquidiocesano del Señor San José, como años anteriores, compre mi turno y fui a la mesa donde se inscriben los Romanos y me anote en el libro de Aspirantes.
Me dijeron ese día que llegara los domingos de Cuaresma para ver si había cupo y así lo hice, no hubo cupo, la última oportunidad era llegar el Domingo de Ramos en la madrugada y esperar si faltaba alguno para poder salir.
Pasé toda la cuaresma pidiéndole a Jesús de los Milagros que me permitiera acompañarlo con el Escuadrón de Romanos. Llegué ese Domingo tan esperado a las 4:30 am, miraba con emoción a todos pidiendo su traje, cambiándose y alistándose. A las 6:00 am llegó el Encargado de los Romanos y preguntó: ¿cuántos faltaron?, le respondieron que 4 y miró a donde estábamos esperando y pregunto: ¿cuántos hay esperando? contaron y solamente habíamos 4.
Cuando me vio, me dijo: Venite vos. Sentí una emoción tan grande que lo primero que hice fue dar Gracias a Dios por esa oportunidad, ese año se cumplían 10 años de Consagración de Jesús y el primer turno que cargamos fue frente a Catedral Metropolitana, precisamente como sucedió cuando fue la Consagración.
Estaba viviendo un día inolvidable en todo sentido, este año, si Dios y Jesús de Los Milagros me lo permiten, estaré saliendo por 13 años consecutivos en el Escuadrón de Romanos. Y cada Domingo de Ramos que miro a las personas esperando si falta alguno, le doy Gracias a Dios por esa oportunidad que me dio.
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